sábado, 29 de marzo de 2008

Lectura, escritura y mi viaje

Mi primer acercamiento a la lectura, por el propio placer de la misma, se produjo avanzada mi niñez. Ese momento en que los libros dejaron las manos de mis padres y pasaron a las mías.
Comencé mi viaje de lector animando mis noches con cuentos de terror o suspenso; las pausas y entonaciones que antes había escuchado en voz de mi padre al leerme un libro ya se habían incorporado en mí y se reproducían automaticamente con cada signo de puntuación. Mi imaginación, al contacto con el texto me transportaba a oscuros cementerios y casas abandonadas.
Una vez en la adolescencia y con el colegio como guía, mi recorrido viró en dirección a los cuentos de Ciencia ficción y las novelas históricas. Expediciones a la luna, viajes al centro de la tierra o cenas de gala en el SXVIII eran mis destinos preferidos y más visitados. De ninguna manera puedo dejar de mencionar uno de mis viajes literarios más largo y atrapante; el viaje a través de la Tierra Media acarreando un anillo.
Fue justo después o mientras tanto que necesité acercarme más a la escritura. Sentía que todos mis viajes hasta el momento podían ser guías, paisajes o actividades en viajes ajenos.
Comenzó entonces mi viaje por la escritura como mezcla de ideas de viejos libros: intento de cuentos, historias sin fin, etc.
Fuí un paso más allá y comencé a volcar al papel mis sentimientos. El amor, el enojo, la esperanza, fueron parajes que alimentaron mis ganas de seguir aún más; aún hasta pensar en la importancia de comunicar (ampliamente), sin barreras. Las ganas de expresarme me trajeron hasta hoy: en esta clase, a este, un instante más de mi largo viaje.

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